Un 15 de diciembre, a las 19:00 h., se reunían en la librería Berkana de Madrid un grupo de 18 madres y padres para crear la primera asociación estatal de familias homoparentales. Hace 15 años este grupo de valientes activistas decidió dar un paso adelante en un país donde se estrenaba el matrimonio igualitario y en el que, por tanto, la posibilidad de poder tener legalmente hijas, hijos e hijes estaba dando sus primeros pasos.
Muchas de ellas provenían de la clandestinidad familiar. Con una andadura difícil asumieron el reto de plantarse con absoluta naturalidad ante una sociedad que seguía declarándose profundamente LGTBIfóbica para procurar un futuro más esperanzador para sus vástagos. Y, sí, lo consiguieron.
Venían algunas de estas familias del servicio de asesoramiento LGTB de la Comunidad de Madrid y buscaban un espacio amigable y sin barreras en el que no sólo cupieran ellas sino sus criaturas.
La primera sede de GALEHI (Asociación de Familias de Gais y Lesbianas con Hijos/as) fue aquella librería Berkana, gracias al activismo siempre responsable y la hospitalidad de Mili Hernández. De aquellas 18 personas debería hacerse un documental para descubrir la desconocida historia del activismo LGTBI familiar a través de las vidas de quienes, guste o no, han pasado a ser referentes del colectivo en este país. Entre otros asistieron a aquella primera reunión Jesús Santos, Ana Mora, Maribel Roldán, Isabel Gómez o David Jericó. Sus vidas y su lucha es y ha sido referente para muchas y muchos que años después emprendieron la aventura de la parentalidad.
La primera presidencia la ocupó Jesús Santos. Tres lustros después se encuentra al frente de la organización Marta Márquez. Ambos son pasado y futuro, trabajo acumulado y visión del horizonte. Coincidiendo con este aniversario GALEHI ha renovado su imagen corporativa y ha estrenado una web dinámica, atractiva, con información y opiniones de referentes actuales de la lucha a favor de los derechos humanos y de las personas LGTBI.
La historia de GALEHI no ha sido una historia fácil, como la de cualquier entidad del tercer sector en tiempos democráticos. Si en sus primeros años su columna era la ilusión, 15 años después su eje se cimbrea entre la esperanza y la conciencia de que el futuro debe pasar necesariamente por el hecho familiar LGTBI.
Entre uno y otro momento no todo ha sido calma, consenso, alegrías o vidas compartidas. Ha habido espacio para el dolor, el apuñalamiento, los desaires y las despedidas. Pero las gentes de GALEHI han sabido ser el ave fénix del activismo y en las peores situaciones han sabido reinventarse y mantener la integridad de la diversidad familiar.
El tsunami de la gestación subrogada atravesó también a esta entidad y algunas familias tuvieron que huir hacia espacios más inclusivos donde no fueran señalados por totalitarios dedos acusadores. Pero hace poco más de un año algunas de estas familias comenzaron a regresar a su casa, a su hogar, cuando se evidenció que “si nos tocan a una, nos tocan a todas”, en un claro ejemplo de solidaridad parental.
Como ya habían digerido otras entidades hermanas, para poder trabajar y luchar por la homoparentalidad en este país había que hacerlo de manera integral y explícita, sin distinguir ni despreciar a nadie por el origen de sus hijos e hijas. Y ahí sigue GALEHI, con más de 400 integrantes: padres, padres, hijos, hijas e hijes pertenecientes a familias monoparentales, por adopción o acogimiento, extensas, mediante técnicas de reproducción asistida (incluida la gestación subrogada), reconstituidas, coparentales, con hijas e hijos procedentes de relaciones heterosexuales, sin descendencia o a la espera de esta.
En los último años GALEHI ha protagonizado una revolución silenciosa (como siempre hacen las familias, que cambian a los países paso a paso, siguiendo el ritmo alegre y trotón de sus hijas e hijos, sin sangre, utilizando como única arma el convencimiento) que le ha permitido seguir siendo un punto de encuentro y de vivencias compartidas a la vez que articular la lucha política con su presencia en las instituciones y en la sociedad.
De su mano se hizo posible que la Ley LGTBI andaluza blindara el hecho familiar y recogiera la primera definición jurídica de homoparentalidad en el estado español, de su trabajo se ha conseguido, por segunda vez, que los borradores de la tan necesaria Ley Estatal LGTBI incluyeran artículos que protegiera a todas las familias, sin importar el origen de sus hijas e hijos; de su perseverancia ha recobrado un papel activo en la FELGTB donde las familias LGTBI aparecen en sus bases como grupo identitario y eje troncal de sus políticas; de su activismo ha sido posible que un padre y un hijo (Jesús Santos y Gabriel) se plantaran ante el plenario del Consejo de Europa en defensa de políticas públicas colectivas.
Queda mucho futuro por amasar para las familias homoparentales y LGTBI de este país, pues aún se mueven en una sociedad donde no han alcanzado ni la igualdad legal ni la real. Son múltiples los frentes abiertos y una sola la salida: trabajar desde la heterogeneidad del hecho familiar y asumiendo la realidad de que son la avanzadilla del activismo, pues su sola presencia ha hecho posible que una sociedad tardofranquista y reaccionaria cayera de hinojos ante las miradas, las sonrisas y las palabras que sus hijas e hijos han desplegado por comidas familiares, parques, colegios y centros comerciales.
Ante quienes siguen abogando por la familia natural, ante quienes distinguen por por el origen de los hogares, ante quienes desde el activismo dudan del protagonismo homoparental sólo hay que seguir trabajando como lo ha hecho GALEHI en los últimos 15 años.
Y ahora, en el año 20 del siglo XXI es el momento del cambio, hay que tener la valentía de dar voz a quienes son los verdaderos protagonistas de estos cambios sociales y políticos. GALEHI lo sabe, pues lo tiene por escrito en su renovada página web (el resto de entidades, federaciones y activistas patrios sólo tienen que leerlo y sacudirse el adultocentrismo que les paraliza). Le pidieron a Violeta Assiego una pequeña colaboración y ella les ha respondido con la llave del futuro del activismo LGTBI:
“Cada vez estoy más convencida que les niñes, adolescentes de nuestras familias diversas y sus amigues tienen un papel clave en estos tiempos y en los que están por venir. Es tan necesario como vital para los derechos LGTBIQ+ que hablen sin nuestro permiso y les escuchemos, que se expresen y que sean, que no nos resistamos a que tengan su protagonismo y espacio propio en nuestro activismo, en nuestro mundo de familias diversas”.
Así sea Violeta, así sea GALEHI.