Cristina de Martos El Mundo
La ciencia aún no es capaz de que dos óvulos formen un embrión, pero ofrece alternativas a las parejas de lesbianas que desean tener hijos. La cesión de gametos, en la que una de ellas gesta el óvulo de la otra, es una opción poco extendida aún, que brinda a estas mujeres la posibilidad de ser ambas madres biológicas del bebé. Sin embargo, muchas encuentran dificultades a la hora de realizar su sueño.
«La mujer podrá ser usuaria o receptora de las técnicas reguladas en esta Ley con independencia de su estado civil y orientación sexual«, reza el texto legal sobre técnicas de reproducción humana asistida aprobado en España en el año 2006. La norma plasmaba blanco sobre negro las reivindicaciones del colectivo homosexual, que veía cómo su derecho al matrimonio quedaba cojo en un sistema que les ponía trabas a la hora de tener hijos.
Pero aún había, y hay, vacíos que cubrir. Y es que, en materia de cesión de gametos, «la ley habla de marido y mujer y no de cónyuges», destaca Isabel Gómez, presidenta de la Asociación de Gais y Lesbianas con Hijos e Hijas (Galehi). Así, un varón puede ceder su esperma a su mujer, pero los óvulos sólo se pueden donar de manera anónima y, por tanto, nunca dentro de una pareja.
«Hemos avanzado mucho como para seguir teniendo estos huecos», se lamenta Celeste. Ella y su mujer, Paloma, han optado por el método ROPA (Recepción de Óvulos de la Pareja). Su periplo comenzó en un hospital público de la Comunidad de Madrid en donde les hicieron muchas preguntas, «demasiadas», asegura, «como nuestra profesión y otras cosas que sabemos que no les piden a las parejas heterosexuales».
Dificultades y prejuicios
La experiencia fue «un poco desalentadora», pero aún así iniciaron los trámites y elevaron su caso a la Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida. Este organismo, que no ha querido hacer declaraciones a este medio, emitió un dictamen reconociendo que la redacción de la ley estaba produciendo una clara discriminación hacia los matrimonios de lesbianas. Para subsanar el error, el PSOE elevó una proposición no de ley para cambiar el texto, que fue aprobada por el Congreso en 2010.
Aunque en Galehi no tienen «constancia de casos de rechazo franco» por parte de los hospitales y centros privados, su presidenta reconoce que es muy frecuente que las parejas con las que está en contacto la asociación refieran dificultades cuando se les pregunta por sus procesos de reproducción asistida. «Hay cierto prejuicio y mucho desconocimiento», asegura Gómez.
Ésa es la sensación que Celeste y Paloma tuvieron en la Sanidad Pública. «Nos tomaron como si nos lo hubiéramos inventado», asegura. «Nos enfadó». Así que, sin esperar la respuesta de la Comisión (que no se ha pronunciado aún ni en éste ni en ningún otro caso de cesión de gametos) decidieron acudir a una clínica privada. «La primera visita nos pareció bien y nos dijeron que tenían que pensarlo», recuerda. «Al poco, nos contestaron que sí».
Un proceso como otro cualquiera
Así pasaron a engrosar las listas de parejas de lesbianas que acuden a la sanidad privada para alcanzar su sueño de ser madres. «Cada vez hay más demanda», reconoce Antonio Requena, director del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) en Madrid. «Antes era muy puntual, pero cada vez hay más mujeres homosexuales que vienen abiertamente a nuestros centros. Antes era tabú». Y algunas preguntan por la cesión o recepción de óvulos, «un tema en controversia -apunta este experto- pero con el que creo que casi todas las clínicas son permisivas desde que la Comisión dio su visto bueno».
Cuando recibieron el sí de la clínica, Celeste y Paloma, de 34 y 35 años, respectivamente, comenzaron los preparativos. «Empezamos a mediados de febrero. Yo voy a ceder el óvulo y ella será la madre gestante», comenta ilusionada Celeste, que será la que más tratamientos siga: estimulación ovárica y proceso de extracción, como en cualquier procedimiento ‘in vitro’. El esperma que lo fecundará saldrá de un banco de donantes.
La pareja, que lleva unos meses casada, «está contenta e ilusionada», pero con cierto regusto amargo. «Esta situación se tiene que normalizar, es cuestión de civismo», subraya Celeste, que espera que el segundo hijo lo puedan tener en la sanidad pública.