En el Consejo Federal de primavera de la FELGTBI+ ocurrió un hecho sin precedentes, pero sintomático de los tiempos que corren.
Tres asociaciones pretendían ser admitidas en la Federación. Entre ellas, la asociación andaluza de familias LGTBI Crezco presentaba su candidatura de adhesión. Una presentación tan emotiva como real sobre lo que es el activismo familiar. Pero la candidatura fue rechazada al no lograr la mitad más uno de los votos de las entidades federadas presentes. Lo que parecía inconcebible estaba pasando ante nuestros ojos.
Las otras dos asociaciones que aspiraban a entrar pasaron sin mayor problema.
Las razones que se esgrimieron para rechazar a Crezco fueron básicamente tres: que su presentación era muy bonita y, por tanto, tenía mucho marketing; que era una asociación muy joven; que no discrimina a familias y menores nacidos por gestación subrogada.
Que muchas entidades federadas rechazan el activismo familiar LGTBIQ+ ya lo intuíamos; que para muchas somos una espina clavada en su ego, lo sabíamos. Lo que ignorábamos es que el movimiento negacionista hubiese alcanzado tal fuerza y que, hoy, incluya a la mitad de las entidades federadas.
Negar a las familias LGTBIQ+, cuando no perseguirlas y criminalizarlas, es una corriente que se extiende por Europa debido a que nuestro activismo es el mayor, el más visible y el más eficaz que hay. Porque se realiza aún sin pretenderlo. Se realiza todos los días. A todas horas. En todas partes. Porque lo realizan nuestras hijas, hijes e hijos. Porque lo realizan en guarderías, escuelas, institutos y universidades. Porque son una ventana constantemente abierta hacia la diversidad.
De ahí que atacar a las familias se haya convertido en algo esencial tanto para quienes rechazan al colectivo en general como para quienes se consideran defensores de la “pureza” del movimiento LGTBIQ+ y pretenden repartir carnés de buena o mala persona LGTBIQ+.
El movimiento LGTBIQ+ presume, y en general ejerce, de movimiento integrador. Así como sus partes también lo somos, las asociaciones de familias amparamos los derechos de todas las familias. A nadie le pedimos razones: “ni el qué, ni el cómo, ni el cuándo” han hecho familia. Sólo les acogemos y militamos juntas en el activismo. Siempre tendremos diferencias, pero estas nunca nos dividirán en nuestra lucha por lo derechos de nuestras familias y, por extensión, de las personas LGTBIQ+ que, sin duda, son derechos humanos de todas las personas.
Han encontrado en la Gestación Subrogada una espoleta con la que dinamitar la unidad del movimiento LGTBIQ+. Y lo están consiguiendo. Si bien no es un asunto propio del movimiento, es el propio movimiento quien hoy excluye aquellos que “no” condenan como nos han dicho que hay que condenarlo. Porque, sin ser un asunto del movimiento, hay voces que piden un posicionamiento contrario a la GS por parte del movimiento LGTBIQ+, separándonos de las posturas de movimientos LGTBIQ+ en otros países como Argentina o Irlanda.
La razia organizada en Italia por Giorgia Meloni contra familias homoparentales, tanto de parejas lesbianas como gais, va en la línea de ocultar la visibilidad que representamos las familias. Negar la inscripción de menores nacidos en el extranjero por gestación subrogada, método ROPA, inseminación artificial, etc., como ha ordenado, es el primer paso para tratar de borrar a nuestras familias en el país vecino.
Orban, el ultraderechista húngaro, ha ido un paso más allá y ha aprobado una ley que permite a cualquier ciudadano denunciar, de manera anónima, a las parejas homosexuales que tengan hijos a su cargo. No quiere ninguna posibilidad de que grandes y pequeños conozcan modelos de familia no tradicionales y abran los ojos. No quiere la visibilidad que representan las familias.
La presidenta de Hungría Katalin Novák ha paralizado la ley de momento. Pero es cuestión de tiempo su aplicación.
Este es el panorama en Europa.
La pregunta ahora es: ¿el rechazo del activismo familiar por parte de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans, Bisexuales, Intersexuales y más es un primer paso en España para perseguir a las familias en nuestro país?
La respuesta la tendremos pronto, pero todo apunta a que sí.
En el Consejo Federal de la FELGTBI+ recibimos un mensaje claro: Galehi y su junta directiva tienen la obligación y el mandato recoger el mensaje y transmitirlo a sus familias socias, quienes decidirán en asamblea si mantenemos nuestra permanencia en la Federación o buscamos otros caminos de activismo más seguros para nuestras familias.
Puede que sean tiempos difíciles pero estamos entrenados en esta hostilidad, que nos suena mucho, aunque esta vez venga de los nuestros.