Las razones más poderosas de la importancia de la visibilidad de las familias homoparentales, de las familias arcoíris, de las familias diversas, de nuestras familias las suelo encontrar entre sus peques, sus adolescentes y sus amigxs. Es su mirada y lo que dicen -sin esos estereotipos y prejuicios con los que nos trastorna la cultura cisheteropatriacal- donde encuentro muchos de los argumentos más contundentes para ver lo absurda que es realmente la retórica de la lgtbfobia.
Cada vez estoy más convencida que les niñes, adolescentes de nuestras familias diversas y sus amigues tienen un papel clave en estos tiempos y en los que están por venir. Es tan necesario como vital para los derechos LGTBIQ+ que hablen sin nuestro permiso y les escuchemos, que se expresen y que sean, que no nos resistamos a que tengan su protagonismo y espacio propio en nuestro activismo, en nuestro mundo de familias diversas.
En su naturalidad tenemos la vacuna a la lgtbfobia. Es su libertad no conquistada, pues han nacido con ella, la que se abre paso en medio de la espesura de nuestras contradicciones personales y afectivas, y también la que nos va a dar pistas de cómo salir de los bucles y conflictos que atraviesan tantas organizaciones, activismos y movimientos. Las certezas en las que se han criado les hijes de las familias arcoíris y sus amigues son el mejor antídoto para evidenciar lo absurdo e inmovilizar la violencia de la retórica lgtbfóbica.
Seguro que cada une de nosotres tenemos decenas de anécdotas de nuestres peques, adolescentes y sus amigues que dejarían sin argumentos al mismísimo Monseñor Reig Pla. Más allá de la ternura y la gracia que nos inspiran clavémonoslas en nuestra memoria íntima para cuando flojeen las fuerzas. Elles, la gente que viene detrás y que tenemos delante, nos puede abrir la mente ante los bloqueos si somos capaces de compartir con elles espacio sin pedirles que lo ordenen.
No desconfiemos de elles. Urge aprender a cohabitar con su libertad para ser distintes a lo que fuimos nosotres. Es en su capacidad de diferenciarse a nosotres y dejar en evidencia nuestras incoherencias donde tenemos la mejor señal de que el movimiento LGTBIQ+ está vivo. El potencial transformador de nuestras familias diversas no está en nosotres, les adultos que las formamos, está en quienes están creciendo y criándose en ellas y junto a ellas. No es porque elles sean nuestra única esperanza, ese planteamiento sería paternalismo puro. Es más bien porque nosotres, en nuestro empeños podemos llegar a ser el problema, un ancla para que la lucha por los derechos de las disidencias avance desde la naturalidad de los derechos que tenemos son humanos, son de todes.
Alejémonos pues del adultocentrismo, del paternalismo y de esos tics viejunos que tienden a decir y juzgar a les niñes y adolecentes como sin nuestra tutela no fueran a ser capaces de saber qué les conviene o qué decir. Esta chavalería es la que va a inundar de sensatez los micro-mundos lgtbfobicos y va a inocular de buenas dosis de revolución nuestros mundos activistas cada día más conservadores. Elles, a diferencia de nosotres, no tienen miedo a perder lo ganado porque han nacido plenos. Para elles la tierra no es plana, no venimos de la costilla de Adán y sus familias son una más.
Elles son la mejor prueba de que los derechos conquistados no solo no se van a perder, sino que elles y sus hijes consumarán la lucha que iniciaron nuestres antepasades. Creernos el centro además de egocéntrico, olvida que en esta lucha por los derechos LGTBIQ+ y la libertad sexual ni somos les primeres ni vamos a ser les últimes. Somos un eslabón más de una cadena que nadie ha logrado romper ni lo va a lograr.
Desempolvémonos el miedo si lo tenemos y potenciemos la participación, las voces, los diálogos, las expresiones y las opiniones de nuestres peques, adolescentes y sus amigues. No solo porque es su derecho sino porque de ello dependen los nuestros y los de todes. En esos días que nos metemos en la cama agotades de tener que hacer frente una y otra vez la lgtbfobia que nos insulta, desprecia, golpea, agrede sexualmente e, incluso, nos mata, en esos días seamos corresponsables y confiemos. Miremos sin miedo a nuestres niñes y adolescentes y sus amigues y confiemos en elles como nos hubiera gustado que lo hicieran nuestras familias de origen si no lo hicieron o como lo hacen si hemos tenido esa buena fortuna.
En estos tiempos extraños y oscuros, creo que tenemos como adultos LGTBIQ+ que dejar espacio a nuestres hijes y sus amigues para que elles se abran paso y formen parte de genealogía LGBTIQ+ por sí mismes. Esa es, a mi juicio, la única forma de que multiplicaremos nuestra fuerza como movimiento.
Violeta Assiego
Activista de DDHH y abogadas