Libertad Ramos Montes acaba de recibirse de psicóloga y para su trabajo final de la carrera en la UADE entrevistó al Lic. Alejandro Viedma.
He aquí –con el permiso otorgado por la entrevistadora para publicar en AGMagazine- las preguntas y respuestas que recorren las temáticas de la aprobación del matrimonio igualitario en la Argentina, las familias homoparentales, la adopción de niños por parejas del mismo sexo, entre otras cuestiones.
1- ¿Qué reflexión podría hacer sobre la aprobación de la ley de matrimonio homosexual?
A. V.: Considero que fue un gran avance para toda la sociedad argentina (y latinoamericana) la aprobación del matrimonio igualitario. En nuestro país, la carrera hasta la promulgación de la ley hizo que las miles de personas que conforman el colectivo de lesbianas, gays, bisexuales y trans (LGBT) que en el pasado han tenido que duelar la posibilidad de su parentalidad son las que en los últimos meses –o hace años, en muchos casos- empezaron a soñarla y a llevarla adelante porque hay una ley que las ampara y una población que pudo por fin entender que lo principal para criar niños es el amor y no la orientación sexual o la identidad de género de los padres. Hay un antes y un después a partir del 15 de julio de 2010 en la Argentina porque lo jurídico ha producido una legalidad a aquello que por su ritmo sociocultural ha arribado en una norma, que es una lectura generalizada de un acontecimiento en crecimiento.
2- ¿Qué piensa en relación a la adopción en familias homoparentales, como posibilidad que se abre con la modificación de la legislación?
A. V.: Que estoy de acuerdo, ya que no existen condicionamientos psicológicos para que una pareja del mismo sexo pueda adoptar y criar niños. Fue vital que no se haya modificado en la ley de matrimonio el punto de la adopción, punto en carne viva, urticante, el que más pasiones despertó en el debate en torno a la modificación de la ley, algo capital, pues la adopción concierne a la filiación, a llevar un apellido y formar a alguien amándolo, hablándole, mirándolo, actos amorosos que no tienen que ver con quién lo hace sino desde dónde, cómo se sitúa el sujeto que lo hace. De esa manera se logró la igualdad, “los mismos derechos con los mismos nombres” (como desde el principio pregonó la Federación Argentina LGBT). En este sentido, nada en la actualidad proscribe a las lesbianas o a los gays argentinos de ser madres o padres en forma conjunta y además todos los miembros de esas familias homoparentales estarán protegidos legalmente, lo cual es fundamental.
3- ¿Cómo podría pensarse el hecho de que en estas familias falten las figuras madre-mujer y padre-hombre?
A. V.: Lo que hace falta es que se quiera, se desee, por ejemplo, al bebé a adoptar. Lo esencial es que el amor habite en estas familias, el amor como núcleo central y las ganas reales de tener un hijo. Las funciones materna y paterna no son exclusivas de una determinada anatomía, los roles no tienen carácter de fijeza; las funciones implicarán modos de relación y encuentro con el hijo. Las familias diversas introducen en el psicoanálisis la necesariedad de revisión de la teoría, como por ejemplo de la noción freudiana de complejo de Edipo. Desde la complejidad de esta temática de las familias homoparentales, es necesario el aporte de distintas definiciones porque el concepto de familia no es unívoco, por lo cual yo le doy la bienvenida a las contribuciones multidisciplinarias como las de la sociología, la antropología, los estudios de género, la teoría queer, el derecho, la medicina, etc. Entonces, retomando lo que decía anteriormente, creo que la diferencia sexual anatómica ya no es un dato excluyente en la parentalidad. Las funciones (materna) de sostén emocional (acompañamiento y protección) y (paterna) de terceridad (el que pone la ley, el corte, el que separa) son las que no tendrían que faltar en una familia, más allá del sexo biológico, la genitalidad de los que ejerzan la parentalidad.
4- ¿Podría considerarse idóneos a los hombres homosexuales en el desempeño de las labores de crianza?
A. V.: Sí, por lo que vengo diciendo. El buen desempeño paterno no tiene que ver con la orientación sexual y sí con la manera en la cual se ejerza el cuidado, el cariño, el respeto por la psiquis y el cuerpo del niño o niña criado/a.
5- ¿Cree que los padres homosexuales desempeñarían el rol parental de la misma manera que los padres heterosexuales? ¿En qué aspectos piensa que podrían aparecer las diferencias, y en cuáles las similitudes?
A. V.: En cuanto a mi experiencia clínica, no encontré diferencias significativas respecto a las parentalidades llevadas a cabo por homosexuales y heterosexuales. Hay excelentes padres gay tanto como heterosexuales y también padres hetero que no cumplen su función, como seguramente habrá padres gay que no se hacen cargo de su responsabilidad; cualquier diferencia o similitud se presentará según la singularidad de cada caso, pero no tendrá que ver con las “elecciones de objeto” de esos padres, por ende, tampoco hay garantías de que se cumplan las funciones de sostén y terceridad en la heterosexualidad. La función del analista, en el caso de atender a padres o futuros padres gay o madres lesbianas, será la de interrogar a qué lugar advendrá un hijo en esa pareja, no obstante, dicha interrogación será pertinente también en una pareja de personas de diferentes sexos.
6- ¿Qué consecuencias positivas, significativas para los niños, podría tener el hecho de ser criados en el seno de una familia homoparental?
A. V.: Que los niños tendrán un mayor aprecio y aceptación por la diversidad, una cierta libertad en su capacidad de elecciones, un abanico mayor de posibilidades de transitar la vida por captar la variedad de modelos y modos humanos, contar con esos padres y el sostén jurídico si llegaran a sufrir algún hostigamiento o discriminación; tener el poder de cortar con la cadena de clósets -de mentir o silenciar la homosexualidad- y así vivir y hablar con naturalidad el hecho de tener dos papás o dos mamás.
7- Y, ¿qué consecuencias negativas cree que podría traer aparejada esta situación?
A. V.: Lidiar con personas homofóbicas, con cierto contexto social que aún discrimina a las orientaciones sexuales e identidades de género contranormativas y, a partir de allí, agudiza su mirada para controlar a estas familias homoparentales. A algunos niños les podría surgir el miedo a que los demás se enteren de que sus padres son del mismo sexo, miedo al rechazo, por lo cual reproducirán el clóset, el ocultamiento.
8- En relación al discurso de ciertos sectores de la opinión pública que suponen que puedan surgir problemas de identidad en los niños, ¿qué podría decirnos respecto del tema?
A. V.: Que las lesbianas, los gays, las y los bisexuales y las y los trans fueron criados, hasta ahora y en su inmensa mayoría, por personas heterosexuales. Y si por “problemas de identidad” se refieren a no ser heterosexuales ya hay un prejuicio, porque desmienten el concepto de diversidad humana en general y sexual en particular.
9- ¿Podría pensarse en el surgimiento de problemáticas acerca de la inserción social del niño?
A. V.: Tal vez, pero ese niño tendrá, como mencioné, el apoyo, el acompañamiento, el aval y la palabra de sus padres y las leyes que defenderán al mismo, por ejemplo, en su escuela/colegio.
10- ¿Cree que la discriminación será una limitación significativa en cuanto al desarrollo y las relaciones sociales del niño?
A. V.: Dependerá de cada caso y de cada región geográfica de nuestro país, pero tengo el anhelo y la ilusión de que en el futuro, con una mayor confirmación de la existencia de estas familias dejando así de ser “novedosas” para la mayoría, la discriminación sea cada vez menor. Sobre todo durante el año pasado hubo un giro inmenso en la sociedad argentina, que adquirió formas para sortear las resistencias a hablar de estos temas y se logró un cambio epistemológico anteriormente impensado por muchos. Ese cambio está instalando la despatologización de las homosexualidades y la idea de que cualquier orientación sexual no es del orden de la elección –al menos consciente- y sí de la imposición, algo que se da “naturalmente”.
11- Dentro de la institución a la que pertenece, ¿pudo ver casos de adopción en familias homoparentales? ¿Qué podría contarnos de esto?
A. V.: Atiendo a parejas de homosexuales que, a partir de la aprobación del matrimonio igualitario, inician los trámites para la adopción de niños. Pero he atendido a varias familias diversas: parejas de personas del mismo sexo en las cuales una de ellas anteriormente fue padre o madre dentro de un matrimonio heterosexual y, en la actualidad, con su compañero/a homosexual siguen criando a ese/a niño/a o adolescente, o parejas de mujeres lesbianas que, apuntando a la co-maternidad, han recurrido a la fertilización asistida/inseminación artificial mucho antes de 2010, o de varones solteros gay que asistieron a los grupos de reflexión que coordino en Puerta Abierta y que hace algunos años adoptaron de manera individual y nunca en el proceso de adopción de esos chicos les han preguntado sobre su orientación sexual. En los casos de parejas de lesbianas y/o gays que están pensando en adoptar, justamente me parece que meditar sobre este proyecto es algo positivo y fundamental, es primordial que el deseo esté en medio de todo esto y que el acto de adoptar sea una elección producto de un proceso de tiempo, de reflexión, de búsqueda y que un hijo no arribe “por un descuido” o “por accidente” o que sea “algo que sucede y punto”, como les pasa a miles de padres heterosexuales. Es por todo esto que tal vez lo que angustie a determinada parte de la sociedad es que en la actualidad lo que se cuestione es la heteroparentalidad, que la familia “tradicional” ya no sea obligatoria ni el único modelo a alcanzar, el ideal exclusivo.
El entrevistado es licenciado en Psicología (UBA), psicoanalista y coordinador de grupos de reflexión para varones gay. Web