A las consultas de ginecología, sobre todo en sanidad pública y dejando aparte las consultas de reproducción, acude un bajo porcentaje de lesbianas. Se aduce que sí asisten a consulta, pero ocultan su orientación sexual aunque, así y todo, la presencia es inferior a lo deseable.
Su ausencia se debería a dos razones fundamentales.
- La primera, la escasa preparación de ginecólogas y ginecólogos para atender la diversidad con normalidad y adecuados conocimientos. Las preguntas rutinarias de carácter heterosexual, el desconocimiento de cómo son las relaciones lesbianas, la inseguridad de los sanitarios ante una mujer homosexual, etc. son una asignatura pendiente en el ámbito médico. Que demos por hecho que nuestras pacientes son heterosexuales, y actuemos en base a esta idea, supone un hándicap para muchas personas LTBI. Si además no se puede elegir al profesional que se desee, las “ganas” de acudir al ginecólogo se esfuman.
- La segunda razón es pensar que las relaciones lésbicas son de poco riesgo para algunos problemas, como infecciones, por ejemplo. Pero ni las enfermedades de transmisión sexual (ETS), ni el cáncer ni otros tipos de patología discriminan en función de género, sexo u orientación sexual.
El virus del papiloma humano (VPH), el herpes genital, la vaginosis bacteriana o la tricomoniasis, pueden contagiarse entre las mujeres durante relaciones sexuales que impliquen, de alguna manera, un intercambio de fluidos. Como en el tribadismo o cuando hay contacto entre dedos y vagina o entre dedos y ano, en el anulingus o cunnilingus (en especial durante la menstruación) o si se comparten juguetes sexuales con penetración.
También se puede contraer el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Existe menos riesgo que en relaciones heterosexulaes o gais, pero lo hay.
En cuanto al cáncer, se ha descrito una mayor incidencia de cáncer de mama en lesbianas, asociado a la falta de hijos o a un primer embarazo tardío. Actualmente, debido al acceso a las técnicas de reproducción asistida, ha cambiado mucho el panorama y no hay tanta infertilidad en el colectivo, pero no siempre, en una pareja, dan a luz ambas mujeres y es algo a valorar.
Y, por supuesto, el cáncer de cuello de útero, relacionado mayoritariamente con la infección por VPH. Se sabe que el tabaco es un factor de riesgo para que la infección por papilomavirus progrese y los estudios han demostrado que entre mujeres lesbianas hay mayor porcentaje de tabaquismo y mayor consumo diario de tabaco.
Ante todo esto deberíamos realizar algunas reflexiones, encaminadas a mejorar la salud en el colectivo.
Entre otras, habría que:
- Realizar formación de profesionales sanitarios para atender la diversidad y que puedan ofrecer un ambiente en el que la mujer ni se sienta señalada ni se plantee ocultar su orientación.
- Concienciar de la necesidad de revisiones ginecológicas periódicas por parte de las mujeres lesbianas, similares a las que realizan el resto de las mujeres.
- Informar sobre medidas profilácticas específicas para protegerse de las ETS:
- No tener relaciones sexuales sin protección, a menos que estemos seguras que, tanto nosotras como nuestra pareja, no somos portadoras de alguna ETS.
- Durante el sexo oral o el tribadismo, se debería usar un protector o barrera de látex, que son de un solo uso. No reciclemos.
- Los juguetes sexuales deben lavarse con agua y jabón tras su utilización y es deseable el preservativo si hay algún tipo de penetración, cambiándolo si lo va a emplear también la pareja.
- Durante la penetración dígito-vaginal o dígito-anal, es recomendable utilizar guantes de látex o dediles.
- No tener relaciones sexuales sin protección, a menos que estemos seguras que, tanto nosotras como nuestra pareja, no somos portadoras de alguna ETS.
- Realizar análisis y controles periódicos, importantes porque muchas personas no saben que están infectadas y otras, por desgracia, pueden mentir a ese respecto.
- Evitar la promiscuidad. A mayor número de parejas sexuales, mayor riesgo.
- El alcohol o las drogas pueden hacer que bajemos la guardia y se corran riesgos. ¡Cuidado!
- Se recomienda la vacuna de la hepatitis B, que también es una ETS. (En España, entre 1992-1996, se introdujo la vacunación frente a la hepatitis B en recién nacidos y lactantes).
En cuanto factores de riesgo para la infección por VPH, hay que tener en cuenta que:
- En más frecuente en menores de 35 años.
- Se asocia más a múltiples compañeras sexuales o a una pareja que haya tenido múltiples compañeras.
- La importancia del tabaquismo, sobre todo para su cronificación y progresión hacia cáncer.
- Mayor riesgo si hay otras infecciones asociadas, como clamidias, tricomonas, etc.
- Vacunación contra el VPH, indicada al menos hasta los 26 años, así como en mujeres que hayan sido intervenidas de alguna lesión inducida por el virus. En España está incluida en el calendario vacunal a los 12 años.
Resumiendo, «La buena salud y el buen juicio son dos de las mayores bendiciones de la vida» (Publilius Syrius; 85–43 a. C.).
Os deseo juicio y salud.